Entre el negro y el marrón, las máquinas gigantescas se alzan imponentes, silenciosas, y su inactividad las convierte en monstruos mudos a punto de atacar. Sonidos sordos de voces en la lejanía. Trabajo sin quejidos, cubiertos en el ébano color de la oscuridad que cubre sus ropas y piel. Ellos, los mineros, los héroes al final de la jornada, los sobrevivientes del destino carbonado de sus días; ellos traen a la luz del día, las entrañas de la tierra para convertirlas en piezas de arte de museos. Las minas. El carbón. La vida.
Uff Nana que fotos y que letras!!, la imagen del señor en el camión me saco de ritmo, pero bueno recuerda que soy el que no tiene ritmo.
Gracias Mao! Me alegra mucho que te gustara; y ahora que lo dices, es cierto que el señor saca un poco del ritmo 😛 Gracias por hacermelo ver ^^
De esta serie me gusta el silencio, como el que percibe un espectador en un museo mientras recorre contemplando las obras. Ese silencio necesario para escuchar el mensaje de la mina, los mineros y la Tierra.